Señor Jesús, tú eres la fuente inagotable de todo bien, y no hay quien se acerque a ti con corazón sincero que haya sido defraudado.
Por eso vengo a ti, reconociendo mi pequeñez y la gran necesidad que tengo de ti.
Reconozco que tu amor es infinito y que nadie te iguala en poder.
Tú que aquietaste los vientos y tempestades con una sola palabra, aquieta la tempestad que hay en mi ama y derriba toda adversidad a mi alrededor.
Buen Jesús, ilumina mi entendimiento con la claridad de tu luz y expulsa de mí todas las tinieblas para encontrar el camino y tomar las decisiones correctas.
Lléname de tu amor y con tu amor toca y sana todo mi ser.
Transforma mi forma de pensar y actuar para que a partir de ahora camine contigo.
Envía tu Espíritu Santo sobre mí y con Él dame fortaleza para luchar, paciencia para soportar y constancia para no desmayar.
Que mi diario andar sea siempre llevado de tu mano, porque tú siempre tienes lo que es perfecto para mí y mis seres amados.
¡Gracias Padre Dios! ¡Gracias Jesucristo mi Señor! ¡Gracias Espíritu Santo!
Dame de tu bendición y que esta bendición se extienda también a mis seres amados, librándonos de todo mal y peligro.
Amén